lunes, 6 de junio de 2016

Nach

 Si la poesía puede establecer la conexión de una persona con su propia vida, qué puede ser más emocionante que una generación encontrando la vibración del verso, reconquistando la palabra como energía vital. Quizás llegue un día en el que la historia oficial literaria tenga que abrir todo un capítulo dedicado al rap. Quizás habrá un momento en que se mire atrás y se vea que mientras estudiantes cumplían como podían (o no) con los clásicos, poetas cantautores apoyados por ritmos conseguían llenar de significado vibrante tanta palabra curricular, haciendo que la chispa de la creatividad, de la expresión y la lengua encendiesen muchas neuronas apáticas, perdidas, descontentas o meramente disciplinadas. 
  
 Entre estos Señores de la rima que en un futuro sean quizás considerados clásicos, Nach es ya un Sir, un Lord. Las instituciones públicas tendrían que darse cuenta, su talento debería ocupar una silla en la Real Academia de la Lengua. La fuerza de sus malabarismos poéticos, su vigoroso uso del léxico, la elocuencia de sus metáforas actuales y vivas, y su conexión directa con una generación crecientemente desinteresada por la riqueza del lenguaje -con todo lo que ello implica- justificaría con creces designarle una Letra. Porque como los buenos maestros saben, primero hay que despertar la pasión y la conexión, para que luego pueda entrar la lección. He sido testigo de cómo chicos y chicas, de todas las edades, clases y grupos, en absoluto necesariamente seguidores solo 
de rap, tienen cada uno su canción favorita de Nach.

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